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Colegio Montessori

Mensaje de bienvenida

El Fray Bernadino Sahagún tradujo en el siglo XVI la “plática de los ancianos”, un milenario texto azteca que solían repetir los padres a sus hijas. Éste es un reflejo no sólo de la cultura de este pueblo sino sobre todo de las preocupaciones de los padres ante el mundo que sus hijas deberían enfrentar.

“Aquí estás, mi hija, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal. Tú eres mi sangre, mi color en ti está mi imagen.”
“Ahora que ya miras por ti misma, date cuenta. Aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad. Hay angustia, preocupación, cansancio. Por aquí surge, crece el sufrimiento, la preocupación.”
“Aquí en la tierra es lugar de mucho llanto, lugar donde se rinde el aliento, donde se es bien conocida la amargura y el abatimiento. Es este un lugar donde casi perece uno de sed y de hambre.”
“Porque, se vive en la tierra, hay en ella afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo.”
“Como si fueras una yerbita, así brotaste, así creciste, floreciste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado. Mira, escucha, está siempre atenta. No seas vana, no andes como quieras, no andes sin rumbo. Recuerda, seguirás aquí por poco tiempo.”


Cinco siglos después estamos frente a un mundo en permanente cambio, donde la humanidad tiene la oportunidad de dar grandes pasos contra algunos de sus enemigos tradicionales: la pobreza, la enfermedad y la violencia.
Para hacer frente a un mundo complejo que ya está tocando nuestras puertas se necesitan muy diversos talentos y personalidades, pero sobre todo individuos excepcionales. Se necesitan jóvenes de espíritu.
La juventud no es una época de la vida; es un estado mental. No consiste en tener piernas ágiles y carecer de arrugas. Es cuestión de voluntad; implica una cualidad de la imaginación; un vigor de las emociones; es la frescura de las profundas fuentes de la vida.
Juventud es el dominio temperamental del arrojo sobre la superficialidad de los apetitos; del ímpetu aventurero sobre el apego a la comodidad. Nadie envejece meramente por el número de años que ha cumplido. Se envejece cuando no se tienen ideales.
Los años pueden arrugar la piel; pero cuando se renuncia al entusiasmo le salen arrugas al alma. las preocupaciones, el temor, la falta de confianza en uno mismo, encogen el corazón y aniquilan el espíritu.
Cuando las nieves del cinismo y el hielo del pesimismo cubran tu espíritu, entonces sí habrás envejecido, aunque sólo tengas 15 años. Pero mientras sigan dispuestos a enfrentar los desafíos con optimismo, hay esperanzas de que mueras joven, aún cuando tengas 80 años.
Estimados alumnos y alumnas, quiero invitarlos a enfrentar este nuevo año con espíritu renovado. Ustedes no son los hombres y mujeres del mañana. Ustedes son los hombres y mujeres de hoy que están construyendo no sólo su futuro, sino que su presente. Quiero invitarlos a ser personas excepcionales; a ser jóvenes de espíritu.

(Mensaje preparado por el profesor Roberto A. González Sáez)

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